Argentina es el único que se salva de la lista negra. Histórico por excelencia, campeón del mundo en damas y caballeros y cuna de enormes jugadores que brillaron en Europa son algunos atributos que depositan al país como una potencia a nivel mundial. 

Actualmente tiene dos torneos muy competitivos (San Juan y Mendoza) y dos en pleno crecimiento (Buenos Aires y Entre Rios). Además del torneo local de cada provincia tiene dos competencias nacionales: la Liga Nacional y el Campeonato Argentino de clubes.

Chile sigue en la lista. Los trasandinos tienen dos torneos en cuanto a la competencia nacional que se juegan cada fin de semana, un dato no menor si lo comparamos con el resto de los países que juegan cada tanto. En los últimos años se acostumbró a exportar jugadores a Europa y pisa cada vez más fuerte a nivel internacional si de selecciones hablamos. Su mancha: los problemas constantes a nivel político y dirigencial.

Colombia completa el podio pero tiene el problema de no poder tener una competencia cada una semana. Sus paradas son cada 3 meses y eso hace que la competencia nacional no sea buena, por eso sus figuras emigran rápidamente. Que cada ciudad cuente con pocos equipos lleva a este déficit.

Uruguay trata de crecer pero tiene apenas 3 equipos principales: Peñarol, Pinamar y Platense. Con ese dato, no hay torneo competitivo posible. Tiene sus seleccionado activos pero cada vez que salen a competir son ampliamente superados (el Sudamericano, un fiel ejemplo).

México completó un torneo luego de 26 años. Sin una Federación nacional fuerte, los pocos equipos que hay no logran poder competir seriamente. Una pena porque a diferencia de Uruguay, cuenta con mucho más habitantes. 

Estados Unidos tiene un caso particular: pudiendo ser potencia, el hockey sobre patines es un deporte casi inexistente con respecto a los principales del país: beisbol, fútbol americano y básquet. Tiene torneos esporádicos y espaciados en el tiempo.