Desde ahí hizo su vida en la  capital caldense, por lo que se siente más manizaleño que cualquiera y eso ha hecho que en el deporte represente a Caldas. Hoy juega en el Rink-Hockey Club Lyon de Francia. “Uno  es de donde se cría, yo aprendí las costumbres y cultura de Caldas. De Medellín tengo recuerdos de las vacaciones porque mi familia es de allá. Sin embargo, toda mi vida hasta hace un año, fue en Manizales”, aclaró Martínez Giraldo.

Este deportista es el segundo de tres varones, es más allegado a su hermano mayor Juan Sebastián por la cercanía de edad, ya  que compartían amigos y jugaban fútbol de pequeños en Talentos Lans, equipo del colegio que se graduaron. Con Manuel Alejandro todo fue diferente, él ya sentía la responsabilidad de hermano mayor, entonces fue una relación más de guiar y proteger. 

El deporte siempre estuvo en sus venas, hizo ciclomontañismo, baloncesto, fútbol, natación y patinaje; pero el hockey fue la disciplina deportiva que lo envolvió y a la que llegó por pura coincidencia. “Yo tenía dos vecinos en el conjunto que hacían patinaje. Entonces la hermana mayor, Jessica Niño, me regaló unos patines para intentarlo. Estuve en escuelita de patinaje un año y vi que un compañero del colegio llevaba un palo todos los días a estudiar. Me lo encontré un día en el patinódromo y me invitó a la clase de hockey, ese día tenía tanta pena por tener patines en línea, que fui el último en cambiarme”, contó. 

Implementos  

Con siete años de edad empezó en Café Hockey Club, equipo que se acabó tiempo después de ingresar. Todavía practicaba con los patines de línea, que además le quedaban un poco grandes. Fue su papá Jairo, quien a los seis meses de haber empezado con el deporte, le armó sus primeros patines de cuatro.

El resto de la indumentaria para la práctica del deporte, se lo prestaban en el club al principio. Luis Miguel recuerda que cuando le compraron el palo, en la casa mantenía jugando con una bola de tenis, hasta que tuvieron para comprar la bola oficial. Igualmente, aclara que fue Jacobo García quien le vendió sus primera protecciones. “Estrenar botas es muy maluco, uno se siente diferente y quiere sacarlas de inmediato, eso que uno compra dos tallas más por las medias gruesas. En el tema de las protecciones, uno se sentía muy pesado e incómodo con tantas cosas encima, en el hockey con un Kg se hace la diferencia. Digamos yo nunca jugué con guantes hasta la juvenil y hoy me quedan secuelas”, explicó.

Esta disciplina deportiva exige mucho el cambio de implementos porque el desgaste de los mismos inciden en el juego. Unos patines de iniciación pueden costar entre $250 y $300 mil pesos. Si son profesionales $1’500 o $2 millones de pesos. Los palos también cuestan $300 mil pesos. Y a eso, hay que sumarle las protecciones. “Nos tocaba todo con las uñas, teníamos cada implemento hasta que no diera más. Yo compraba seis o siete palos por año, las ruedas tocaba intercambiarlas para que se gastaran a la par, o pedir prestadas de sobra para no descompletar el juego. El taco (parte de adelante del patín), la gente piensa que es para frenar pero sirve mucho para arrancar y es fundamental, tocaba cambiarlo muy seguido”, precisó el jugador de hockey. 

Alto Nivel

Cuando Café Hockey Club se acabó, Luis Miguel se pasó a Manizales Hockey Club, equipo en el que ya la alta competencia era un reto para él. Al principio en los torneos nacionales los goleaban y eso les sirvió mucho para crecer en el juego, además de la consecución de títulos. 

Esa seguidilla de derrotas no las recuerda con buena cara y eso hizo que el esfuerzo se duplicara para conseguir sus objetivos, fue campeón interligas con Caldas, selección del departamento en todas las categorías, jugó en el Club Real Jolaseta de España, fue preselección Colombia en 2011, 2012, 2013 y 2017. Además hizo parte del grupo absoluto tricolor en el mundial de Francia 2015, repechaje Panamericanos 2018 y en los World Roller Games 2019. 

Fuente: Miguel Orozco, semillerosdeportivos.com