Tras la coronación en el último certamen de la temporada, San Agustín celebró un título muy especial por las condiciones en las que lo logró. Es que el flamante campeón jugó todo el año sin pista propia y tuvo que ingeniárselas para poder competir en desventaja de condiciones.

SAGU se quedó sin la pista que utilizaba convenio mediante con la Universidad Metropolitana de Ciencias de la educación. Una vez caducado dicha alianza y ante la negativa para renovarlo, el club tuvo que buscar nuevos horizontes.

Apareció la oportunidad de utilizar la cancha ubicada en la comuna La Reina, donde parecía encontrar su lugar en el mundo, hasta que un reclamo en contra de los propios vecinos volvió a enterrar la tranquilidad. Otra vez todo de cero.

La pandemia demoró y complicó más las cosas, con un país luchando contra el Covid-19, con la cabeza puesta en la parte sanitaria, el deporte paralizado y en segundo plano, no era momento de replantear la situación del club.

Luego, con la mejora del panorama y la vuelta de las actividades, SAGU entrenó en Peñalolén para poder llegar de la mejor manera al campeonato. Ahora, los dirigentes trabajan para poder tener su cancha propia en la Municipalidad San Joaquín.

Contra todas esas adversidades lucho y peleó San Agustín, escollo que no fue suficiente para poder consagrarse campeón femenino en el cierre del año en Chile.