Tras más de 20 años jugando al hockey, Pol Molas tuvo que abandonar a causa de una enfermedad. Hablamos con el ex jugador de Voltregà sobre el deporte, su vida y ¿cómo descubrió la fatiga crónica?
14.02.2023
Aquel partido por la décimo séptima jornada de la OK Liga quedará grabado en la retina de los jugadores de Voltregà y Calafell, y también en los ojos de la afición. No solo por las emociones y el resultado (5-6 para Calafell), sino, también, por la despedida de Pol Molas. El joven, de 23 años, había anunciado que sería su última vez como jugador de hockey sobre patines profesional, porque un problema de salud había llamado a su puerta.
"Fue el partido más difícil que he jugado en toda mi carrera. No me terminaba de creer que era el último", recuerda, algunos días después. Además, reconoció que "la afición se lo curró. El pabellón estuvo lleno y todo el rato estaban haciendo cánticos para animarme, me hicieron sentir muy querido". Pero, además, Pol se dio el lujo de despedirse dentro de la pista: "Yo quería jugar algún minuto, por lo menos, y el entrenador me puso cuando estábamos en superioridad numérica, la jugada acabó en gol, así que pude hasta celebrar un gol", recuerda, conforme.
Eso que deja el deporte
Tras 21 años arriba de los patines, "lo que más me queda son las amistades, de haber jugado amateur, selección. Todos los compañeros son lo que te da este deporte, acabas haciendo piña. De todos los títulos y partidos, uno se queda con las amistades". Más allá del ascenso con Manlleu o del Europeo Sub-20, obtenido en 2018, lo que más recordó Pol fueron sus amigos.
Esa extraña enfermedad
Aunque los especialistas hablan de "síndrome" de fatiga crónica, coloquialmente se trata de una enfermedad. Y así recordó Pol sus últimos meses: "La enfermedad me la diagnosticaron hace unos cuatro meses".
Sin embargo, esta patología tuvo un antecedente directo: "Todo empezó a partir de la mononucleosis, que la cogí hace cuatro años. A partir de allí siempre me notaba cansado y fatigado, pero pensaron que podían ser temas del corazón o digestivos. Cada año que ha ido pasando, ha ido empeorando y con más síntomas. Ahora tenía mucho cansancio, me levantaba cada mañana como si me hubiera pasado un camión por encima. Tenía mucho dolor en articulaciones y tendones, pérdidas de memoria, dolor de cabeza. Y, cuando quería jugar, me faltaba el aire a los 5 minutos. Así fue que me diagnosticaron fatiga crónica, provocada por la mononucleosis".
No obstante, el joven intentó reducir la exigencia física, pero no abandonarla de un tirón, aunque fue imposible: "Al principio entrenaba uno o dos días a la semana, pero así no podíamos ni hacer el tratamiento ni jugar al hockey. Por eso, al final de todo, junto con el equipo médico, hemos decidido centrarme en mí, en curarme. Es una enfermedad poco estudiada y no hay un tratamiento. La cura es llevar una vida tranquila".
Una larga vida por delante
A Molas le ha tocado, muy temprano, bajarse del barco del hockey sobre patines, por eso, piensa de a poco en su futuro: "Mi vida, a partir de ahora, no tiene un camino definido, lo iré moldeando poco a poco. No se sabe si podré volver a la actividad física o no. Al principio debo estar 10 o 12 meses en reposo. Puedo andar, a veces, muy suave. Puedo hacer alguna práctica, pero a nivel de pasatiempos. Yo he estudiado fisioterapia y trabajo de eso hace dos años. Seguiré estudiando y trataré de ser lo mejor posible, para ser un gran profesional y bien valorado".
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